¿Qué es el duelo?

 

Pérdida

Aceptar la realidad de la pérdida. Cuando alguien muere, incluso si la pérdida es esperada, suele haber sensación de que no es real. Muchas personas se encuentran a sí mismas llamando en voz alta a la persona ausente, o le confunde con otros/as de su entorno, o les parece verle por la calle. Algunos/as se quedan con la sensación de que no es real lo que ha ocurrido y se bloquean.

Llegar a aceptar la realidad de la pérdida lleva tiempo porque implica una aceptación intelectual y emocional. La primera tarea de duelo es afrontar plenamente la realidad de que la persona está muerta, que se ha marchado y no volverá. Parte de la aceptación es asumir que el reencuentro es imposible, al menos en esta vida. Los rituales tradicionales, como el funeral, ayudan a muchas personas a encaminarse hacia la aceptación.

Emociones

Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida. No todo el mundo experimenta el dolor con la misma intensidad ni de la misma forma. La realización de esta tarea puede verse dificultada por la interacción con los demás, que con su buena intención nos dicen: “No necesitas elaborarlo.

Tienes que distraerte”, o por uno/a mismo/a, que cree que no necesita elaborar sus sentimientos o emociones y utilizan estrategias como el bloqueo de los sentimientos, evitar pensamientos dolorosos, procurar estimular sólo sentimientos agradables, idealizar al muerto, evitar las cosas que le recuerdan a él, viajar o ingerir sustancias para no pensar ni sentir… Antes o después habrá que afrontar los sentimientos que nos provoca la pérdida porque es la única forma en la que el dolor no se arrastre a lo largo de la vida.

Adaptación

Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente. Cuesta un periodo de tiempo darse cuenta de cómo se vive sin la otra persona, ya que el superviviente no es consciente en el momento de la pérdida de todos los roles que desempeñaba el/la fallecido/a. Hay personas que se resienten por tener que desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes desempeñaba el/la otro/a.

Algunas pueden verse inútiles o incapaces y llegan a cuestionarse su eficacia personal. Sin embargo, con el tiempo y la reflexión, estas imágenes negativas dan paso a otras más positivas y los supervivientes son capaces de continuar con sus tareas y aprender nuevas formas de enfrentarse al mundo.

Recolocar emocionalmente al fallecido/a y continuar viviendo. La disponibilidad de un superviviente para empezar nuevas relaciones depende de no renunciar a la persona fallecida sino de encontrarle un lugar apropiado en su vida psicológica, importante pero que deja espacio para los demás. Para muchas personas esta tarea es la más difícil de completar, pero se puede cumplir, ya que existen otras formas de amar y eso no significa que se deje de querer a la persona fallecida o que se pierdan sus recuerdos.

 

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