Debido a los eventos recientes y las crecientes preocupaciones sobre el COVID-19, las personas están presentando cambios en el sueño e insomnio. Los trastornos del sueño sobrellevan graves problemas para nuestra salud mental y genera problemas médicos no psiquiátricos.
La falta de sueño o insomnio es un trastorno muy frecuente que obedece a causas diversas: estrés, factores ambientales, emocionales, etc. Por su parte, la ansiedad es una angustia o estado de intranquilidad que suele acompañar a las enfermedades agudas. En el presente artículo se analizan las características y los diferentes tipos de insomnio y ansiedad, así como las medidas terapéuticas generales y los tratamientos farmacológicos que están indicados para combatir dichos trastornos.
El insomnio consiste en la sensación subjetiva de no poder dormir cuando o cuanto se desea. Es el trastorno de sueño más frecuente y tiene muchas causas. La duración del insomnio es la guía más importante para su evaluación y tratamiento. El insomnio transitorio (no más de unas cuantas noches) o de poca duración (no más de 3 semanas) puede asociarse a una gran variedad de enfermedades.
Clases de insomnio
Insomnio de corta duración
Las causas más frecuentes son el estrés y las alteraciones ambientales, como un examen, la pérdida de un ser querido, una hospitalización y la presencia de dolor. También puede ser inducido farmacológicamente por estimulantes (café, nicotina) o por la retirada de agentes depresores del sistema nervioso central (SNC): barbitúricos, benzodiazepinas, alcohol, etc
Los bloqueadores beta son útiles para controlar las manifestaciones somáticas adrenérgicas (palpitaciones, sudoración, temblor, etc.) de la ansiedad
Insomnio de larga duración
El insomnio crónico debe durar, por definición, al menos 3 semanas. En la mayoría de los casos, la cantidad de sueño nocturno perdida es mínima, la somnolencia diurna es escasa y el rendimiento durante el día es normal. Varias son las causas posibles de este tipo de insomnio.
Insomnio asociado a trastornos psiquiátricos
El 30-60% de los pacientes con insomnio crónico tiene un trastorno psiquiátrico identificable, sobre todo depresión mental, trastorno de ansiedad y obsesivo-compulsivo, ataques de pánico, personalidad limítrofe (borderline), abuso de fármacos y alcohol, anorexia nerviosa o trastornos adaptativos, entre otros. Sin embargo, el insomnio no es en sí mismo un síntoma de enfermedad psiquiátrica. En la depresión, el patrón característico consiste en un sueño de inicio normal, pero con despertar precoz en la madrugada. Este patrón no es específico, ya que puede verse en otras enfermedades, como la anorexia nerviosa o durante la pérdida de peso.
Insomnio asociado a abuso de fármacos y otras sustancias
Entre el 10 y el 15% de los pacientes con insomnio crónico tienen problemas de abuso de alcohol u otros agentes sedantes. Aunque en principio el alcohol es inductor del sueño, puede producir insomnio como resultado de deprivación parcial durante la noche o de otros trastornos (gastritis, cefalea). No es acertado tratar con hipnóticos a los alcohólicos con insomnio, ya que ambas sustancias tienen tolerancia cruzada.
Insomnio condicionado y psicofisiológico
Factores psicológicos pueden contribuir o ser la causa esencial del insomnio. Las personas que sufren este proceso pueden entrar en un círculo en el que el intenso deseo de dormir les impide conseguirlo a pesar de intentarlo de múltiples maneras. Estas personas llegan a asociar la habitación o la rutina anterior al sueño con el insomnio, por lo que duermen mejor fuera de su entorno habitual. Su obsesión por el proceso puede hacer que disminuyan de manera exagerada actividades sociales, comidas o deportes por miedo a que les produzcan insomnio. Típica mente, estos pacientes refieren haber dormido 2-3 horas, menos que las determinadas en un estudio polisomnográfico simultáneo.
Enfermedades médicas (no psiquiátricas)
Enfermedades como la hipertensión arterial, la insuficiencia cardíaca, el asma, el hipertiroidismo, las enfermedades reumáticas, la demencia, la enfermedad de Parkinson, el reflujo gastroesofágico o cualquier proceso que curse con dolor pueden asociarse al insomnio, ya sea por la enfermedad en sí o por su tratamiento (es el caso del propanolol en la hipertensión arterial, ya que es un agente estimulante).
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