8 claves para sobrevivir a los conflictos en pareja.

 

Con el objetivo de redescubrir la empatía y los buenos sentimientos, debemos tener en cuenta estas ocho claves.

  1. Escucha atentamente

Para ser capaces de llegar a una solución es necesario, como primer paso, prestar mucha atención a lo que el otro quiere decir.

Debemos huir de todas aquellas interpretaciones o suposiciones realizadas de forma automática y que nos conducen inevitablemente a errores y, como consecuencia, a respuestas que no responden al planteamiento real de nuestra pareja.

  1. Cíñete a lo que se discute

Cuanto más precisos seamos con nuestra demanda, mejor atendida será, reduciendo drásticamente la probabilidad de acabar en pelea.

Es habitual empezar una discusión, por ejemplo, sobre las vacaciones y acabar batallando porque “en las Navidades del 98 tu madre me saludó mal”. Esfuérzate por ceñirte a un solo tema, el que más importe.

  1. Dale el espacio adecuado

A la hora de plantear un problema, debemos darle el tiempo y el espacio que se merece.

No sirve comenzar una charla cinco minutos antes de salir para ir al trabajo porque en ese momento me he enojado o porque tengo urgencia en plantearlo.

Tenemos que aprender a manejar las urgencias porque un diálogo constructivo requiere disponer de los medios para analizar bien las cuestiones.

  1. Zanja el pasado

Provoca muchísimo daño en la pareja tener una lista de reproches guardada y cuidadosamente ordenada para lanzársela al otro en cada oportunidad.

Para que esto no pase, es bueno no dejar temas pendientes, porque son los que salen continuamente, ya que al no estar cerrados crecen en rencor y aparecen cada vez que nos enfadamos.

  1. Insultos, nunca

Una premisa fundamental para llegar a discutir constructivamente es erradicar por completo los insultos y las descalificaciones. No sirven para nada excepto para provocar daños, a veces, irreparables.

  1. Juega limpio

A medida que avanza la relación, vamos ampliando nuestro “arsenal de armas” y las tenemos de todo tipo: trampas, de ataque a discreción y, cómo no, “de destrucción masiva”.

Las más peligrosas son las que tienen que ver con los afectos: “Eres tan inútil como tu padre” o “Eres tan aburrido como tu tía Pepa”. Utilizar los afectos para atacar es odioso.

Aprender a discutir implica buscar la paz y, por lo tanto, deponer las armas.

  1. Negocia las soluciones

Una buena solución en la pareja es aquella respuesta a la que se llega de forma bilateral, y todo aquello a lo que no se llegue de esta manera no tendrá viabilidad, puesto que la solución que es válida para mí, no necesariamente lo es para ti.

  1. Concédete tiempo

En muchos casos sabemos que algo nos ocurre, pero no sabemos qué es ni si tiene que ver con la pareja o con nosotros mismos.

En estas situaciones, corremos el riesgo de desatar una discusión por cualquier nimiedad. Si nos tomamos el tiempo suficiente, llegaremos a darnos cuenta de qué es lo que nos está pasando y también seremos capaces de transmitírselo a nuestra pareja de forma clara y, sobre todo, sin ofender.

 

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